-Y yo, Papá, yo...yo...yo...-balbuceaba Martina, la hija de ambos.
-¿Qué mi vida, tú qué?-decía Rubén mientras subía la cremallera del mono con el que Martina se había empeñado en disfrazarse de mineru: "Como güelito Fede" y mascullaba entre dientes alabanzas a su mujer Mayte.
De verdad, de verdad de la buena Rubén no sabía como ella era capaz de, todos los días, hacer su trabajo (y hacerlo bien según daba a entender su ascenso laboral) estar pendiente de Martina (hasta el calendario de vacunas tenía la tía en la cabeza), acordarse del cumpleaños de todo el mundo, recordar que faltaba papel higiénico en casa, llamar por teléfono a su amiga Conchi que llevaba unos días de bajón, y ya de noche, tener el humor de subir al desván a rebuscar entre las cajas porque estaba segura de que allí había guardado un mono de trabajo de cuando era pequeña y le había dado por ser mecánica como su güelu Rufo. " Seguro que el mono le sirve a Martina, porque yo debía de tener más o menos su edad cuando me dio aquel ramalazu de ser mecánica como Tito Rufo", había dicho ella.
-Yo de mayor quiero ser mineru como güelito Fede. -respondió Martina.
Rubén soltó una carcajada. Estaba claro a quién había salido Martina.
-Anda, minera, ponte ahí que te voy a hacer una foto para mandársela a los tus güelos que desde que están de segunda luna de miel ni se acuerdan de nosotros...
- ¿Qué ye luna de miel, papá?
Rubén volvió a resoplar.
-Cuando dos persones se quieren mucho van de luna de miel, que ye viajar solos para quererse mucho.
-¿Y porqué ye de Miel?
- Porque es dulce como...
-¿Como les golosines?
-Sí, eso.
-Pues menuda tontería. Güelu Fede y Güelita Teresa ya se quieren mucho aquí...y encima no yos gusten las golosines que nunca me compren porque dicen que son veneno.
Ante todas aquellas argumentaciones de su hija de 5 años Rubén no tuvo nada más que añadir. La cogió de la mano y echó a andar.
-Ay madre, pero Martina, ¿de qué vas? ¿De minera? Pero bueno mujer, ¿no te apetecía más ir de Princesa?
Martina miró a su padre antes de responder. Y Rubén tembló ante la posible respuesta de la niña que, para su sorpresa, no dijo nada.
La autora de la frase sonriendo miró a Rubén.
-¿Y entonces tú, qué? ¿No trabajas?
Mientras se disponía a responder a Rubén recordó las palabras de Mayte: "Mira Rubenín, nun seas tontu. Esa paisana ye una cotilla y si quier saber que vaya al cine..."pero respondió igual:
-Sí, bueno es que pedí unos días para cuidar de Martina porque con esto de carnaval no tienen clase, y claro...
-Ay madre fiu, ¿y entos? ¿Nun pudo haber cogido Mayte los días, ho, que tienes que cogerlos tú? estes muyeres de ahora...les da por ser feministas en lugar de femeninas. Y así nos va. Que no saben ni cuidar a los maridos y a los hijos.
Rubén se limitó a callar. No sabía que decirle. Arrancó a andar y sintió la mano tirante de su hija que se había quedado frente a la vecina:
-Mi padre y yo cuidámonos solos.-dijo la guaja. Rubén sonrió con ganas. Los dos siguieron su camino con cara triunfante.
-¿Papa?-dijo Martina frenando en seco.
-¿Qué, mi vida?
-Mamá si que nos cuida muy bien.
Mejor que nadie, mi vida. Mejor que nadie.
¡¡¡FELIZ DÍA DE LA MUJER!!!
